Dr. Enrique A. León Maristany
Si te hiciste la pregunta ¿Cómo sueñan los artistas?
Si se piensa en la creatividad, el artista asume la idea, primero, en una dimensión creativa pura, mental y emocional. Las ideas que fluyen en la imaginación, se derivan de los sueños del artista, si bien de sus sueños, aquellos que inundan su pensamiento y se encuentran ahí. No se van, no se borran, lo persiguen, lo acosan, le encantan la vida, lo animan, lo motivan, lo hacen feliz, lo hacen llorar, lo llenan de impotencia a veces, lo despiertan, lo duermen para seguir soñando.
Están en su vida y lo enloquecen primero, lo tranquilizan después, porque son sus sueños, solo sus sueños, suyos son los momentos en los que la realidad, se idealiza en la mente del artista, las ilusiones surgen, las ideas, todo se mezcla y esos sueños que lo sostienen, se convierten en un momento en el impulso creador del arte, alimentan su pasión para que surja la idea, una idea que nace como el amor, un sueño de amor, la vida, un sueño de vida.
¿Cómo nacen los sueños? En lo más profundo del ser, pues brotan de adentro, de un lugar que no vemos, que no conocemos, un lugar tibio, sereno, agradable, bello; es un refugio del que solo sabemos que los sueños vienen de ahí y así se van… sin dejar rastro, sin decir adiós.
Es ahí donde el artista no los deja desaparecer, sin decir más los toma, los envuelve con sus ilusiones para hacerlo real, tan real que no se puede ocultar, esa realidad es su obra, una obra nacida en los sueños e ilusiones, entonces verás u oirás realmente tus sueños y saldrán de esa intimidad, para llegar a la humanidad.
Para contemplar desde dentro los sueños con los ojos, aquellos ojos que pueden contemplar más allá de la realidad y pueden contemplar tus sueños, los ojos del alma, aquellos ojos con los que un día verás a Dios, entonces te preguntarás, ¿esos sueños nacieron solos?, o quizás Dios los puso ahí, en su gloria, en su poder, en su amor y los hiciste tuyos porque ese regalo era solo para ti, si para el artista aquel que no solo le dio un don, un talento, sino también le regaló muchos sueños, sueños nacidos en el corazón de Dios.
Así sueñas, así amas, así vives, de tus sueños, porque sin ellos no puedes amar, no puedes vivir, no puedes crear.
Cuando sientes el mundo, te hace soñar, cuando sientes la humanidad, puedes seguir soñando, y cuando te toca el amor surgen los más bellos sueños que se mezclan con las ilusiones y también nace la inspiración, ese impulso maravilloso que te motiva sobremanera a crear, si crear ante los ojos de Dios con amor para la humanidad.
Pero hay algo que también al artista lo hace crear, lo contrario a soñar, el dolor, aquel que nace cuando los sueños se rompen, se quiebran, se destrozan… tus sueños perdidos, muertos, sin aire, sin vida. De esta manera te sientes, igual que tus sueños desechos… perder tus sueños, es perder parte de tu vida, es hacer sangrar el alma, sangrar de dolor, de impotencia, te invade la ira, te sientes destruido, maltratado, y sobre todo muy dolido…
Dios puso en el mundo más aire del que necesitas para respirar, cuando te sientes ahogado por tus propias lágrimas, para gemir se necesita respirar, y ese aire con el tiempo traerá calma, pero el dolor queda ahí, no se puede borrar de tu vida.
Ese dolor también te inspira a crear, porque no puedes morir aunque así los sientas, al volver a respirar, esos mismos sueños rotos te volverán a inspirar, crearás de nuevo, te expresarás otra vez, aunque el cuadro sea diferente, este vendrá de aquellos sueños perdidos por el dolor, pero al final tus sueños… solo tuyos. Con los que vives, despiertas y al final te levantas y cantas, si le cantas al esfuerzo de levantarte tras tu caída, con tus sueños te levantas y será tu arma para seguir viviendo y nuevamente volver a soñar.
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