Dr. Enrique Alonso León Maristany
Publicado en la revista de Arte y Cultura "Contrastes" de la Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes "Diego Quispe Tito" del Cusco, 2011, Año 1 N.º 1 págs. 11 al 13.Dr. Enrique A. León Maristany
El arte ha sido abordado por la filosofía desde los filósofos clásicos como Platón y Aristóteles hasta los racionalistas, escolásticos y pensadores contemporáneos, tratando de explicar sus fenómenos. La metafísica fue la disciplina que ocupó en un principio y en la actualidad, la filosofía del arte persigue la definición de esta complejidad teórica con relación al arte. No es necesario confundir la Estética con la Filosofía del Arte, ya que la estética ese enfoca en el fenómeno de la belleza en la naturaleza y en el arte. La Filosofía del Arte, se centra únicamente en los fenómenos del arte y el artista, no solo en un plano Filosófico sino también histórico.
El estudio de los fenómenos del arte y la definición de la obra artística se fundamenta en un marco teórico extenso de la Filosofía del Arte. Los filósofos, como, Immanuel Kant, Lukács, Rosenkranz, entre otros, proporcionaron una gran cantidad de explicaciones y teorías sobre el arte. El arte moderno y contemporáneo han dividido muchas de estas teorías. La estética sigue siendo un asunto inquietante abordado por pensadores contemporáneos en un intento por ordenar las teorías del arte, con el fin de hacerlas comprensibles y llevarlas al ámbito social, especialmente al ámbito educativo, artístico.El espectador es quien asume el papel de protagonista en la obra artística, ya que es la razón de su identidad. Sin él, toda obra sería un libro guardado con llave para que no se encuentre en peligro y nadie lo utilice. El objetivo del arte se alcanza cuando este espectador se enfrenta a la expresión y representación artística. Nos preguntamos: ¿Cómo se manifiesta esta experiencia estética? ¿Cuál es la conclusión de la experiencia estética? Se debe usar el adjetivo estético (a) porque la palabra estética alude al arte sin dejar una analogía de duda en el uso de las palabras que pudiesen tergiversar la idea o concepto.
El momento estético es el momento en el que el espectador establece contacto a través de la contemplación estética con la obra de arte, ante su belleza o sublimidad, experimentando múltiples sensaciones que van al pensamiento y a los sentimientos, provocando emoción o conmoción en el espectador que vive instantes de gozo o placer estético, que al final culminará con una valoración sobre la obra de arte expuesta.
Existen diversos factores que influyen en este momento estético: la educación, el gusto, el contexto social, las convicciones políticas y religiosas, etc., que, sin duda, influirán en la valoración del espectador.
La evaluación del arte está relacionada con el juicio de valor que tenemos individualmente acerca del arte, es una valoración subjetiva en la que el espectador concluye una experiencia estética. La descripción e interpretación del arte es una consecuencia de la descripción e interpretación del arte, al igual que la calidad, posee diversos criterios y condicionantes para emitir un juicio personal.
Ante el cuestionamiento, ¿cuál es el origen de la obra artística? Existe una respuesta única: Solo un artista puede crear una obra de arte verdadera, y su origen radica en la creatividad del mismo. Las interrogantes aún persisten. ¿Cuál es la naturaleza de la creatividad? ¿Dónde surge ahora? ¿Qué sucedió? ¿Cuál es la diferencia entre un artista y el que no es artista? Y las copias de las obras artísticas, ¿son iguales estéticamente a los originales?
Existen numerosas preguntas a las que daremos respuesta. La creatividad en el artista en el arte es cognitiva, es decir, se produce en nuestro pensamiento. El pensamiento se refiere a todos los procesos mentales, tales como la memoria, la imaginación, la reflexión, la motivación, el discernimiento, la intuición, etc. El pensamiento implica la manifestación de los sentimientos en nuestra mente. En el ámbito del pensamiento, se produce la creación artística.
Los procesos mentales revelan en la imaginación del artista el original de la obra de arte. Consideremos que el arte es siempre intencionado y, por consiguiente, resulta de la premeditación del artista.
El origen de la obra artística se produce en su propia imaginación. Este proceso mental lo he denominado el primer momento de la creación, a este primer momento, incluso puede acceder cualquier persona que pueda imaginar. El primer momento de la creación se impresiona en la imaginación del ser humano.
La diferencia entre un artista, del que no lo es, radica en que el artista puede llevar esta impresión creada en su imaginación al mundo objetivo. Este momento lo he denominado como el segundo momento de la creación. Este momento es cuando el artista crea la primera copia de este original guardado en el pensamiento a la realidad de obra de arte. En otras palabras, el original físico de la obra de arte es la primera copia de lo que se originó en el pensamiento del artista.
Es único, original, auténtico y muy valioso. En consecuencia, el proceso de creación de la obra de arte se compone de dos momentos; el primero que se produce en la imaginación del artista, y el segundo en el que produce objetivamente la obra de arte; lo que propicia que el arte sea una obra ejecutada de lo imaginado. Solo la idea no representa una creación artística, es imprescindible su realización.
Las copias de la música que se pueden adquirir en el mercado son copias del original, pero su valor no es el mismo. Si algún artista compone algo magnífico y solo se imprime una primera copia de esta obra, esta tendría un gran valor. No se trata de que la copia tenga el mismo valor estético que el original, ya que la copia no la realiza el artista, y no cumple con el primer momento de la creación, que es el de la impresión de la obra de arte en la mente del artista producida por su imaginación. Ahí reside el valor y el concepto de original. La originalidad se encuentra en la primera gran copia que el artista elabora desde su pensamiento. Por lo tanto, otra copia a través de la fotografía o la falsificación no tiene el mismo valor estético, como afirma Adler en su libro Filosofía del Arte, ya que la falsificación carece de originalidad y, por consiguiente, carece del mismo valor.
El noúmeno del arte es el elemento que se encuentra presente en la obra artística; no obstante, no se percibe. Poseemos múltiples ejemplos: La constelación graficada en el cuadro titulado “Las Meninas” del magnífico Diego de Velázquez se dibuja en los personajes del mismo. Las notas musicales para órgano se encontraban en las manos y panes de “La Última Cena” de Leonardo da Vinci. La iconografía de las obras religiosas, en última instancia, revela todos los enigmas que rodean las obras de arte y su simbología. Estos se descubren a través de la educación y la cultura del espectador.
No obstante, toda obra de arte guarda en su contenido una relación especial con su creador. La expresión visible en la obra de arte plasmada por el artista mantiene una conexión invisible que constituye el noúmeno principal del original. Las pinceladas, los colores, los materiales, la composición, la armonía, entre otras, pueden ser imitadas. En caso de que la imitación fuera perfecta, no podrían certificarse las obras originales. No obstante, que ese detalle que delata la falsificación forma parte de ese noúmeno que está reflejado en la totalidad de la obra y su expresión artística, no solo la unidad de la obra de arte, sino su totalidad que delata al artista y su obra.
No existe imitación exacta, debido a que, desde las copias griegas, estas han sido descubiertas. El falsificador no puede apreciar el alma que el artista puso al crear su obra de arte, y esta está reflejada en el objeto artístico. El reflejo almático es una componente del noúmeno que se refleja en la totalidad de la obra artística y es holístico. El fenómeno siempre delatará al falsificador, ya que es difícil de copiar. Por esta razón, ninguna copia puede completar el valor estético de la obra original por carecer de este componente esencial, fruto de la creación y que delata a la falsificación.
Solo se encuentra presente en la primera obra artística. La autenticidad se puede confirmar cuando el investigador revela de manera holísticamente la existencia de este Reflejo Almático en la totalidad de la obra original.
¿Y qué es lo que delata al falsificador? La respuesta es simple. El falsificador tuvo una formación como artista y pondrá su alma en lo que hace, como una huella digital. El iris del ojo, la firma, o el mismo pensamiento, son inimitables a la perfección. Al dejar su alma y su sello personal, este podrá ser hallado por el investigador que intenta revelar si se trata de un original o una copia. El hombre no puede renunciar a su alma, por lo que siempre dejará una huella en lo que hace, dejando su sello personal. Eso es el reflejo de su alma. El fenómeno del Reflejo Almático que se impresiona en su obra tanto del artista como del falsificador. Es decir, el falsificador dejará su Reflejo Almático en la copia o falsificación.
Copiar no está mal, lo que está mal es copiar la obra y la firma del autor, y no negociarla como copia, lo cual sería legal, sino negociarla como original, lo que es ilegal. La obra de arte refleja el alma del artista, pero no posee un alma propia; por consiguiente, es inofensiva. Se imprimieron numerosas copias de los “Niños Llorones” de Bruno Amadio, y se comercializaron como elementos decorativos para decorar las casas de una gran cantidad de personas. La imitación de la obra de arte puede realizarse y es inofensiva, no tiene ánima ni vida, y no puede beneficiar ni perjudicar, ya que es inanimada. Debemos tener cuidado en verificar si tiene o no derecho de autor, y con el debido permiso se puede hacer. Lo que no se debe hacer es mentir sobre su naturaleza de pretender negociar una copia como original, entonces el mal no está en la copia, sino en la persona que sostiene que la obra de arte que se negocia es auténtica y original.
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