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HAMPARTE

Artículo revisado y actualizado: 12 de agosto del 2024.
Dr. Enrique A. León Maristany


Hamparte

En su libro titulado El Arte de no tener talento, Antonio García Villarán define “Hamparte” como una palabra que procede de dos vocablos: “hampa” y “arte”. Explica que “hampa” se refiere al “conjunto de maleantes, especialmente aquellos organizados en bandas con normas de conducta particulares”, y que utilizó esta palabra unida a “arte” para crear “Hamparte” (p. 17). Este término, que comenzó como una broma, ha terminado por integrarse en el lenguaje coloquial. En la página 18 de su libro, Villarán hace énfasis en la filosofía detrás del concepto, describiendo la publicación de un video que contiene “el Manifiesto Hamparte”, donde establece los siguientes puntos:

  • Si uno o varios objetos fabricados en serie y que además están a la venta en el mercado común son presentados como obra de arte, es Hamparte.
  • Si la obra consiste simplemente en la elección de un objeto…

No continúo porque entiendo que su “Manifiesto Hamparte” intenta diferenciar lo que es arte de lo que no lo es. Sin embargo, de manera evidente, Villarán hace exactamente lo que critica: asume la autoridad para definir qué es arte y qué no lo es.

Más adelante, en el capítulo V, titulado El arte de los locos como base del surrealismo, Villarán critica el surrealismo, asociándolo intencionadamente con la locura y los manicomios. En este capítulo, también menciona a Klee y Kandinsky, aunque no parece que sus ideas estén bien organizadas bajo este título, que considero inapropiado para referirse al surrealismo.

Es importante permitir que el espectador decida qué considera arte. Recuerdo que, como estudiante de arte, me impactó profundamente una imagen de un Cristo crucificado flotando en el aire en un libro de historia del arte. Al investigar, descubrí que se trataba de “Cristo Hipercúbico” de Salvador Dalí, pintado en 1954. Otra obra que me causó una gran impresión fue una foto de una mujer desnuda levantando las olas del mar sobre sí misma, similar a otra obra de Alexander Alemany. Estas obras me conmocionaron, mucho más que las de Miguel Ángel, Buonarroti, Rafael Sanzio o Rubens, aunque también admiro a Caravaggio. No es justo comparar a los artistas; todos experimentamos el arte de manera diferente.

Para mí, es imposible aceptar que Dalí careciera de talento; lo considero un gran genio. Picasso, según Howard Gardner en su libro Mentes creativas, fue un prodigio desde temprana edad y magistral en su madurez, comparable solo con Mozart (pág. 190). Esto se basa en un estudio científico serio. Una cosa es la retórica y otra la crítica, y considero que el “Hamparte” no es una revolución, sino simplemente una filosofía.

Más allá de la modernidad o la vanguardia, el arte seguirá evolucionando con el tiempo. Aunque el mercantilismo y los Ready Mades carecen de expresión para mí, no se puede negar que Marcel Duchamp fue un genio, aunque también, desde mi punto de vista, un gran estafador con sus Ready Mades. Sin embargo, el mundo lo admira, y es el mundo quien debe juzgarlo. Lo que me parece injusto es la valoración del arte; un artista latinoamericano no tiene las mismas oportunidades que un europeo, lo cual es una realidad discriminatoria innegable.

Este hecho no valida que el «Hamparte» sea una corriente nacida de un crítico libre de prejuicios. La historia no debe entenderse desde un enjuiciamiento ético, y la historia del arte contemporáneo ha sido juzgada desde un juicio crítico. Desde mi perspectiva, el «Hamparte», según lo expuesto en El arte de no tener talento de Antonio García Villarán, es un enredo filosófico que no se fundamenta en las ciencias del arte, como la semiótica y la estética, sino en la especulación y el atropello de ideas. Villarán pretende definir el arte a partir de conjeturas filosóficas, cometiendo el mismo error que critica: juzgar el sistema.

Definir el arte de esta manera, mediante una crítica destructiva del sistema, no es investigación artística. Un trabajo de investigación debe respetar el arte y a los artistas, y no ser lapidario. La respuesta sobre qué debe considerarse arte no pertenece solo a los profesores, críticos, curadores, historiadores o doctores en arte; también pertenece a los espectadores, consumidores de arte, cuya opinión debe considerarse, analizarse, entenderse e interpretarse. Solo así estaremos más cerca de la verdad en la Investigación Artística.


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