Dr. Enrique A. León Maristany
Vivir amando el arte
Durante tu tiempo de estudiante, cuando muchas cosas eran nuevas, sufriste para estar donde llegaste, sufriste para que muchos te dijeran que te equivocaste, que estás perdiendo tu tiempo, que lo que haces no vale nada, que estás medio loco, o que perdiste la cabeza. Te dijeron tantas cosas que hasta perdiste amigos, compañeros de colegio, porque elegiste la profesión de artista.
En la escuela encontraste muchas cosas nuevas, trabajar con arcilla, vaciar los trabajos con yeso, calar la madera para el grabado, pintar lienzos de diversas maneras, dibujo artístico o técnico en los talleres de la escuela, si esa escuela en la que te encuentras tan distraído que olvidaste las ofensas, disfrutando las exigencias académicas. El trauma cuando te enfrentaste al lienzo y se presentó un modelo, que te produjo una sensación nueva, que se desvaneció al intentar representarlo, eso fue un reto… la escuela, tantos recuerdos de mi paso por ella, los amigos, el cansancio, estropear la ropa nueva, pintar para la tarea, conseguir arcilla para tu trabajo.
Cansado, te lavas las manos, te recuestas y sin pensar un “¿podrías levantarte, debes marcharte a la escuela?”. Tu madre te observa, sacas tu brazo de la cama y se denota la pintura en la sabana nueva. La manchaste, te lavaste las manos; sin embargo, no la pintura de tu brazo, la reprimenda por arruinar aquella prenda. Aún mal desayunado, te vas para afuera. ¿Cómo puedo ir a la escuela? ¿Cómo llevo este trabajo tan grande en un bus abarrotado por la hora punta en el tráfico? Otro problema es hacer que llegue entero. El profesor lo examina y le saca una foto, y una buena nota a tu esfuerzo. Termina la clase y no tienes dinero, te castigaron por manchar la sabana nueva. Algún amigo quizás te invite, o la pasarás como puedas.
En el transcurso de todo el pasado, recuerda a tu escuela, la hermosa época que experimentaste en ella, la felicidad de estar en ese lugar de sueño y en un lugar singular en la tierra. Tanto sacrificio para una carrera excepcional, y la tesis te espera. Ahh… No puedes más que un pequeño esfuerzo, hasta el final de este relato de tu existencia en ella, en la escuela, donde la disfrutes más que cualquier carrera. Por lo tanto, lo que hiciste, pocos individuos se atrevo a dar el paso, no porque deseaban, sino porque no recibieron del cielo el don de artista que posees y lo disfrutarán hasta el final de tu existencia.
Dios hizo al hombre con muchos talentos, muchos con gran inteligencia para la ciencia, con talento para sembrar la tierra, recibieron el talento para los negocios, y a todos la inteligencia para aprender a escribir, a sumar y a decodificar las señales y mensajes.
Dios Te dio un color de piel, que es el mismo de todos los de tu raza; te dio un lenguaje, que es el mismo de la gente que conoces y con la que vives.
Sin importar la tonalidad de tu piel, sin importar el lenguaje que utilices, sin importar la edad de tu existencia, sin importar el grado de riqueza o pobreza, sin importar la educación que recibas o la realeza, sin importar la apariencia de tu semblante o la apariencia de tus ojos o cabellera, sin importar tu religión o creencias; no existe una marca de nación, raza, sexo o edad que indica tu existencia como ser superior o sapiencia nata.
Dios les da a algunos hombres, un poder que no nace en el mundo o tu forma externa, un poder que no se ve por fuera, un poder que nace adentro, que emergen cuando menos te das cuenta, un poder que sobrepasa a la tecnología y a la ciencia, el poder de llegar a la fibra sensible de la gente, un poder de comunicar al espíritu y la conciencia, el poder de provocar catarsis y emocionar al que contempla, al que contempla sí, contempla lo que Dios le dio a esta poca gente, elegida, escogida y privilegiada.
Por tal poder que nace en el alma, en lo profundo del ser del hombre o mujer tocados por aquella magnificencia de un Dios de amor, que separa a seres que aman el resultado de su talento, que aprendieron a soñar para poder amar, si amar lo que hacen, amar lo que ven, amar sus sueños, amar su vida, amar al Dios que les dio el talento.
El ser que posee la herencia de los cielos, es una herencia de amor y talento divino, una herencia divina y excelsa, que al emerger de lo profundo del alma, te atrapa, te envuelve, trastorna y en consecuencia, tu alma provocará un desequilibrio entre tu mente y tus emociones, un estado de catarsis más allá de lo esperado, de aquellos que lo imaginaron, en una situación que ni se esperaba de aquel que no posee una gran apariencia significativa por fuera, pero cuando desata su talento, solo se aplaude y conmociona.
La persona que te hizo todo esto, es solo eso, se le conoce y llama cuando reconoce su talento, es lo que se admite que se espera, es una bendición del cielo, un ARTISTA y solo eso, un ARTISTA creado desde lo eterno, por Dios, para que tú tuvieras su bendición y amor bello, a través de lo que él hizo para que así fuera, lo que se conoce como un ARTISTA surgido del cielo, donde Dios en su infinito amor, le dio los dones, lo bendijo y lo envió a desatar su talento, el talento de un Artista nacido en el corazón de Dios.
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