Artículo revisado y actualizado: 16 de agosto del 2024.
Dr. Enrique A. León Maristany
Educación afectiva escolar en la práctica
He obtenido una considerable cantidad de conocimientos a destacados pensadores, no obstante, no tengo la intención de hacer referencia alguna, ya que la educación, al igual que el arte, constituye una práctica constante.
La presencia en el aula no es una cuestión filosófica, sino una práctica, en la que se lleva a cabo un profesional de la pedagogía que trabaja con mentes y almas, forma espíritus, cambia conductas y recibe una gran presión por la gran responsabilidad.
La docencia nos hace pensar, nos hace renegar, nos hace reír, nos hace en una palabra vivir. Para poder enseñar se requiere reflexionar, pero también se requiere ejemplificar. De esta forma será más significativo el mensaje.
Estando impartiendo clases a infantes de primaria, es como se percibe la sorprendente magnitud que pueden presentarse. Los niños hacen acciones en cuestión de segundos, te ponen en apuros, te hacen preocupar, pero también te hacen sonreír…
En una ocasión, al asistir a unos estudiantes en la computadora, me llamó la atención sobre el resto. En un momento, en un solo instante, Cataplum… un sonido y una risa general, dos niñas forcejeando en el suelo, piernas arriba y calzones al aire. Cuando me acerqué, solo me miraron.
No se ha publicado ningún ensayo de pedagogía acerca de este tema. Sus caritas y sus miradas solo me brindaron una profunda sonrisa, tomaron mi mano, se levantaron, luego se sentaron y pude proseguir con mi clase.
Existen momentos en los que el concepto de autoridad no soluciona nada. Los reglamentos no se ajustan a las circunstancias, los muy teóricos piensan que tienen un consejo… Los expertos exponen cómo deberías haber actuado correctamente.
En el momento en que se imparte clase en el aula, las circunstancias son diversas, y existen múltiples casos únicos y auténticos. ¿Cuál es el método para tomar medidas en caso de que una persona experimente tantos estados de ánimo? Cuando ya no dispones de palabras, únicamente te queda sonreír. Cuando se te acaban las ideas, solo te queda sonreír; cuando se te acaban las fuerzas para poner disciplina, solamente te queda sonreír.
Sin embargo, en el aula sabrás que hay muchas cosas para las que la universidad no te ha preparado. En ningún libro de filosofía se encuentra una respuesta clara para todo. Lo que te ayuda y te brinda soluciones para la mayoría de los problemas es no pensar solo como maestro, debes pensar como padre o como madre, y encontrarás en el fondo de tu corazón la sabiduría para estos problemas.
En cierta ocasión, asistía a unos infantes en sus dificultades de aprendizaje. Al voltear, un niño experimentó algunos problemas de deficiencia motriz. Tenía desde la nariz hasta la barbilla una gran cantidad de mocho que fluyó de manera inesperada. Al abrir mi maletín, siempre llevo papel higiénico, especialmente cuando trabajo con niños. Aseé su carita y se sentó feliz a seguir trabajando. O en el momento en el que una pequeña niña se me acerca y me dijo muy cerca al oído: —¿Tiene papel higiénico? — sin reflexionar, le doy y salió corriendo hacia el baño. Tenía un niño que no podía dejar de hablar, era imposible… le ofrecí diez céntimos por 5 minutos de silencio, la oferta llegó a cinco soles, y, aun así, no podía parar de hablar. Probé de todo hasta consulté al psicólogo para que me diera una idea, no encontré ninguna forma de que guardara silencio al menos cinco minutos. Finalmente, concluí que solo había que esperar que crezca.
Durante una clase con jóvenes en relación con un contenido del currículo, examiné y percaté de que un estudiante, evidentemente, carecía de capacidad para solventar el problema que le encomendé. Le brindé pistas para mejorar, le presenté ejemplos, le aconsejé un método, y finalmente, todo resultó peor de lo que comenzó.
Al observar los resultados durante la evaluación y notar la confusión de su rostro, asumí la culpa respirando y le pregunté: —¿Qué parte es la que no me dejé entender?-- me respondió tímidamente --todo--. En ese momento respiré con mucha calma y le dije: --está bien, volveremos a empezar de nuevo--—.
No puede creer que va a separar la paternidad o la maternidad de tu práctica educativa. No eres su padre, pero estás siguiendo lo que su padre comenzó: su educación.
No serás reconocido, no serás comprendido en ocasiones, no serás premiado, ya que la tarea de maestro es igual que la de un padre o una madre, sin reconocimiento ni recompensa. Eso es amor, eso es afecto, eso es vocación verdadera, dar sin esperar recibir: y cuando todos tus alumnos hayan dejado el aula, te quedarás sentado terminando tu trabajo, al final, respirarás un momento, verás atrás tu pasado y la herencia que dejaste a tus alumnos para su futuro… En caso de que tu labor sea llevada a cabo con afecto y amor, puedes comprender que otorgaste una lección extra. Asimismo, les instruiste a amar al prójimo sin esperar recompensa.
Cuando los estudiantes llegan tarde hay que disciplinarlos, cuando los estudiantes no se esfuerzan hay que motivarlos, cuando los estudiantes triunfan hay que aplaudirlos. Al finalizar la jornada, hay que dejarlos ir, pero debes asegurarte de que no solo aprendieron la lección, sino también que la lección fue aprendida con afecto. De esta forma, habrás cumplido con tu función de maestro, llenando no solo sus mentes, sino también sus corazones… Eso es educación afectiva, lo demás es cuento.
Educación afectiva en educación superior
La creencia de que trabajar con jóvenes que salen de la adolescencia o adultos es diferente que trabajar con niños es algo muy cierto, ya que las personas han logrado un mayor grado de independencia y eso los hace diferentes, pueden tomar una mayor cantidad de decisiones. Lo que no es diferente es que debes trabajar con el mismo entusiasmo y con el mismo afecto.
El afecto es universal, sin excepción alguna, y en la educación, ¿es necesario llevar a cabo la misma? La respuesta es que sí, la educación superior no es ajena a esta regla. Aprendieron a estudiar, han aprendido a resolver sus tareas, a dar sus exámenes y la forma de aprobar la materia. Asimismo, han aprendido a mentir, a dar excusas, y a copiar la tarea.
Como maestro, motivarlos es más difícil, ayudarlos también. Al igual que los niños, necesitan ayuda, necesitan un guía, y necesitan cambiar su conducta como parte del aprendizaje.
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