DIAGRAMA DE MARISTANYPROCESO CREATIVO EN EL ARTE
PENSAMIENTO CREATIVO Y CRÍTICO
Publicado en la revista de Arte y Cultura «Contrastes» de la Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes “Diego Quispe Tito” del Cusco, 2013, Año 3 N.º 3 págs. 50 al 53.
Dr. Enrique A. León Maristany
En el proceso creativo, el artista, en su imaginación, puede representar de manera subjetiva en forma de imagen lo que va a crear; sin embargo, este es, en parte, un proceso cognitivo en el cual debemos traer a nuestra mente recuerdos de percepciones del universo, guardados en nuestra memoria. Lersch lo titula como: “Actividad representativa” quien refiere: “Aun cuando las representaciones en la vida anímica humana adulta se hallen, como hemos visto, integradas a la percepción, también se dan como contenidos de nuestra conciencia independientes de nuestra percepción…” (Philipp Lersch, (1974), Estructura de la personalidad. Pág. 356).
La representación no solo se da en el plano denotativo de la obra de arte, esta se da a modo de imagen en nuestra mente. Lersch refiere: “Frente al rasgo de «corporeidad» de las percepciones, tienen las representaciones el carácter de «reproducciones», de «imágenes»”. Ibídem.
Lo que representamos en nuestra mente es aproximadamente igual al objeto que existe. Lersch indica: “E.R. Jaensch las ha investigado a fondo y las ha descrito con el nombre de «fenómenos eidéticos». Su peculiaridad consiste en que lo representado está dado en forma aproximadamente igual a como si se hallara sensorialmente presente”. (Ibídem).
El mimetismo no se refiere a calcar la naturaleza, sino a abstraer lo que vemos y convertirlo en lo que pensamos. No contamos las hojas de los árboles ni las pestañas de los ojos para crear una representación. Todos los procesos perceptivos de la realidad son abstraídos y transformados por la fantasía.
En el proceso creativo en el que el artista se involucra, lee imágenes eidéticas en su mente que evocan a manera de lectura visual representaciones guardadas en su memoria, todas ellas en un proceso abstracto, y con participación en parte de procesos afectivos. Todas estas evocaciones son afectadas y es creada en parte a estas evocaciones y en parte a influencias afectivas en una representación mental única en la imaginación. Esto gracias a un impulso llamado inspiración.
Se refiere a esto Schopenhauer como una actitud de contemplación de las ideas en su grado más alto. La única representación mental que se encuentra en la obra artística es lo que Hegel denomina “Idea” el absoluto en su forma estética objetivada en una representación artística. La belleza es la apariencia sensible de la idea en su forma estética. (Estermann Josef: La historia de la filosofía, III. Pág. 51).
Philipp Lersch se refiere a este proceso como “fantasía creadora” (una de las formas de la fantasía representativa): “llamamos creadora a la fantasía cuando se muestra capaz de anticipar, en forma de representaciones, la realidad en su facticidad sin haberla percibido sensorialmente y sin limitarse a proyectar en el futuro experiencias anteriores […] En forma pura encontramos la fantasía creadora en los poetas que crean por sí mismos la realidad, pero cuyas fantasías no son ilusiones quiméricas, antes, por el contrario, hacen presente la realidad. […] también lo que llamamos “fantasía psicológica” es una fuerza eminentemente creadora que se acredita en la representación de la situación interior y de la estructura anímica de otros hombres. La fantasía creadora tiene, pues, un carácter cognoscitivo, es una especie de conocimiento del mundo, que no es posible sin la experiencia, pero que trasciende a esta. […] Lo que llamamos intuición es este manifestarse la realidad, un súbito hacerse visibles circunstancias y relaciones mediante la fantasía creadora. ” (Ibídem, pág. 380).
“Así considerada, la fantasía creadora sería, pues, un proceso gracias al cual estas imágenes son sacadas del inconsciente a la claridad de la representación, merced a la espontaneidad del alma”. Philipp Lersch.
En resumen, cuando percibimos, generamos representaciones mentales de lo que vemos y esto se guarda en la memoria. Cuando recordamos, evocamos estas representaciones y las apreciamos en nuestra imaginación. Cuando creamos, usamos todo lo que vemos, además de evocar muchas de las representaciones guardadas, y con un impulso afectivo y anímico procesamos toda la información percibida y guardada para producir “la idea”, en un proceso abstracto en el que se yuxtapone la fantasía sobre la realidad, contemplando, en nuestra imaginación, esa representación que se va a expresar en nuestra obra de arte.
Juicio estético
El sentimiento lo considera Kant como el dominio de un juicio no intelectual que él llama Juicio reflexivo. “Aquella conformidad puede ser aprehendida inmediatamente sin la mediación de un concepto, y entonces es un juicio estético […] El placer [sentimiento] de lo bello [categoría] y la facultad que juzga ese placer [sentimiento], el gusto. El juicio reflexivo no tiene ningún valor cognoscitivo porque solo contiene los principios del sentimiento de placer y de disgusto independiente de los conceptos y sensaciones que determinan la facultad de desear; y no tiene siquiera nada en común con la razón, la cual determina al hombre (con el imperativo categórico) independientemente de cualquier placer. […] El Gusto es, por tanto, la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante el placer o desagrado [sentimiento] sin ningún interés: y el objeto de un placer [sentimiento] semejante se llama bello [Categoría]”. (Abbagnano Nicolás. Historia de la filosofía. Tomo II, Págs. 401, 402).
La naturaleza de la obra artística es la expresión, sin embargo, ¿cuál es su expresión? La manifestación del sentimiento del artista objetivado en su obra artística. La presente expresión presenta una categoría estética que impulsa el sentimiento del espectador. Se trata del gusto del espectador, quien va a emitir un juicio, pero este juicio, desde la sensibilidad de los sentimientos, no requiere de una razón para manifestarse. El espectador, independientemente de cualquier abstracción del pensamiento, experimentará la sensación de bello, feo, desagradable, ridículo, doloroso, repugnante, temeroso, lo sublime, o cualquier otro sentimiento que surge de la contemplación de la obra artística sin contar con ningún concepto ni razón, esto es el juicio estético.
El juicio estético es un juicio completamente afectivo. Este objeto se origina en el gusto del espectador y es también denominado por Kant como juicio del gusto. Debido a su subjetividad, este juicio es muy personal, está intrínsecamente ligado a la afectividad en el proceso de contemplación. Un momento que puede trastocar lo profundo, el fondo endotímico, lo más íntimo de nuestro ser a través de nuestros sentimientos. Lo que el sentimiento puede tocar en esa intimidad tan profunda solo puede ser el arte. Por él vivimos, por él sentimos, por él podemos conmocionar en la vida. Bernard Berenson denomina al arte como vivificador y esto se debe a la experiencia afectiva estética. El arte puede vivificar nuestra vida, llenar un espacio vacío con la vida misma. La creencia de que el arte es una esencia vital.
Al contemplar la obra de arte, no podemos explicar lo que sentimos, no podemos explicar por qué nos afecta de una u otra manera, de esta forma nuestra vida afectiva se torna inexplicable. Sin embargo, no hay una explicación racional en la contemplación estética, es cuestión de gusto, ese gusto que no tiene un motivo, una vivencia irracional, puramente afectiva, que puede aún cambiar nuestra vida.
Un espejo no es algo que cambie nuestra vida, lo utilizamos todos los días, nos muestra nuestra realidad por fuera, y luego nos es útil para cambiarla: peinado, maquillaje, generalmente con éxito. Aunque por dentro seguimos siendo los mismos, lo que está dentro podemos ocultar; pero no podemos maquillar, ni mentirnos a nosotros mismos. Para trastocar tal afectividad existe solo una manera, el arte, y lo único que puede superar esta fuerza es el poder de Dios.
Juicio y concepto
Al referirnos al aspecto cognitivo de la obra artística, se refiere a la lectura de dicha obra, la cual suscita un contenido en la obra artística que se abstrae por el pensamiento sobre lo que debe ser. Este es un juicio de concepto que es semiótico. La semiótica es la disciplina científica encargada de explicar este fenómeno, otorgándonos un contenido abstracto a la mente, sin revelar un juicio ético o político. En un entorno de interpretaciones convencionales o no, se puede inferir lo evidente o misterioso de la obra artística, en un entendimiento intuitivo o un develar nouménico. La descripción e interpretación de la obra artística mediante una simple lectura visual o una prolongada contemplación nos proporcionará la identidad de la obra “lo que debe ser”. Este acto es un juicio conceptual del fenómeno artístico.
La descripción e interpretación de la obra de arte se lleva a cabo a través de un proceso semiótico. La evaluación es el juicio estético; la explicación está relacionada con todos estos elementos y nos lleva a la comprensión del mensaje, acompañada de una reflexión anímica. Asimismo, y de manera holística, durante la contemplación estética, integran la experiencia en la que se producen dos juicios paralelos y complementarios entre sí. La comprensión cognitiva y afectiva, el concepto de lo que debe ser y el sentimiento en su categoría estética.
Philipp Lersch (1974), Estructura de la personalidad. Pág.356.
Estermann Josef, La Historia de la Filosofía, III, pág. 51.
Abbagnano Nicolás. Historia de la Filosofía, Tomo II, págs. 401, 402.
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