Dr. Enrique Alonso
León Maristany
El arte ha sido abordado por la filosofía desde
los filósofos clásicos como Platón y Aristóteles hasta los racionalistas,
escolásticos y pensadores contemporáneos, tratando de explicar sus fenómenos.
La metafísica fue la disciplina que se hizo cargo en un primer momento y ahora
la filosofía del arte intenta definir esta complejidad teórica sobre el arte.
No hay que confundir la Estética con la Filosofía del Arte, porque la estética
estudia el fenómeno de la belleza en la naturaleza y en el arte, la Filosofía del Arte, se aboca
solamente a los fenómenos del arte y el artista, no solo en un plano filosófico
sino también histórico.
El explicar los fenómenos del arte y la
definición de arte y obra de arte se fundamenta en un marco
teórico extenso de la Filosofía del Arte, Los filósofos como Inmanuel Kant, Lukács,
Rosenkranz, entre otros dejaron amplias explicaciones y teorías acerca del
arte. El arte moderno y contemporáneo ha dislocado muchas de estas teorías. Lo
estético sigue siendo un fenómeno inquietante abordado por pensadores
contemporáneos en un intento por ordenar las teorías del arte, para hacerlas
comprensibles y llevarlas al campo social, sobre todo al educativo artístico.
El espectador es quien toma el protagonismo
frente a la obra de arte, es la razón de ser de la obra de arte, sin él, toda obra sería como un libro guardado con
llave para que no se estropee y nadie lo use. El fin del arte se cumple cuando
este espectador se enfrenta a la expresión y representación artística. Entonces
nos preguntamos ¿Cómo ocurre esta experiencia estética? ¿La experiencia estética
en qué termina? (El adjetivo estético(a) se debe utilizar porque la palabra
estética alude al arte sin dejar analogía de duda en el uso de las palabras que
pudiesen tergiversar la idea o concepto).
El momento estético es el o los instantes en el
que el espectador toma contacto a través de la contemplación estética con la
obra de arte, ante su belleza o sublimidad, experimentando múltiples
sensaciones que van al pensamiento y a los sentimientos, provocando emoción o
conmoción en el espectador que vive instantes de gozo o placer estético, que al
final culminará con una valoración sobre la obra de arte expuesta.
Hay muchos factores que influyen este momento
estético: la educación, el gusto, el contexto social, las convicciones
políticas y religiosas, etc., que
definitivamente influirán en la valoración del espectador.
La evaluación del arte está relacionada al
juicio de valor que tenemos individualmente acerca del arte, es una valoración
subjetiva en la que el espectador concluye una experiencia estética. Es
consecuente a la descripción e interpretación del arte y al igual que “la
calidad” tiene muchos criterios y condicionantes para emitir un juicio
personal.
Ante la pregunta ¿Cuál es el origen de la obra
de arte? Hay una sola respuesta, EL ARTISTA, solo un artista puede crear una
verdadera obra de arte, y su origen está en la creatividad del mismo. Las
preguntas no acaban ¿Cómo es la creatividad? ¿Dónde surge? ¿Por qué? ¿Qué
diferencia hay entre un artista y el que no lo es? Y las copias de las obras de
arte ¿son iguales estéticamente a los originales?
Muchas preguntas a las que daremos respuesta.
La creatividad en el artista es cognitiva, es decir se da en nuestro
pensamiento. El pensamiento engloba todos los procesos mentales como la memoria,
la imaginación, la reflexión, la motivación, el discernimiento, la intuición,
etc. El pensamiento incluye la manifestación de los sentimientos en nuestra
mente. Es aquí, en el pensamiento, donde ocurre la creación artística. Los
procesos mentales muestran en la imaginación del artista el original de la obra
de arte. Recordemos que el arte es siempre intencionado, por lo tanto resulta
de la premeditación del artista. El
original de la obra de arte se crea en su imaginación, a este proceso
mental lo he denominado el primer
momento en la creación, a este
primer momento puede incluso acceder cualquier persona que pueda imaginar, el primer momento de la creación se
impresiona en la imaginación del ser humano. La diferencia entre un artista del
que no lo es, radica en que el artista puede
llevar esta impresión creada en su imaginación al mundo objetivo, a esto lo
he denominado el segundo momento de la
creación, el segundo momento es cuando el artista crea la primera copia de
este original guardado en el pensamiento
a la realidad de obra de arte; dicho de otro modo el original físico de la obra
de arte es la primera copia de lo que se creó en el pensamiento del artista. Es
único, original, autentico y muy valioso. Por lo tanto el proceso de creación de la obra
de arte consta de dos momentos, el primero que se da en la imaginación del
artista, y el segundo en el que crea objetivamente la obra de arte; lo que hace
que el arte sea una obra realizada de lo imaginado. Sólo la idea no representa
creación artística, es indispensable su realización.
Las copias de la música que se expenden en el
mercado son copias del original, pero su valor no es el mismo. Si algún
artista, compone algo magnífico y de esta obra solo se imprime una primera
copia, esta tendría un altísimo valor.
Lo que significa que no es que la copia tenga el mismo valor estético
que el original, porque la copia no la realiza el artista, y no cumple con el
primer momento de la creación, que es el de la impresión de la obra de arte en
la mente del artista producida por su imaginación. Ahí reside el valor del original, el concepto
de original. La originalidad solo está en la primera gran copia que realiza el
artista desde su pensamiento. Por lo tanto otra copia a través de la fotografía
o la falsificación no tiene el mismo valor estético como afirma Adler en su libro
Filosofía del Arte, porque la falsificación carece de originalidad, por consiguiente
carece del mismo valor.
El noúmeno del arte es aquello que existe en la
obra de arte pero que no se ve. Tenemos muchos ejemplos: La constelación
dibujada en los personajes del cuadro “Las Meninas” del magnífico Diego de
Velásquez. Las notas musicales para órgano en las manos y panes de “La Última Cena” de Leonardo da Vinci. La
iconografía de las obras religiosas, en fin, todos los misterios que rodean las
obras de arte y su simbología. Estos son descubiertos a través de la educación
y la cultura del espectador. Sin embargo toda obra de arte guarda en su
contenido una relación especial con su creador, La expresión visible en la obra
de arte plasmada por el artista guarda una relación invisible que es el noúmeno
principal del original. Las pinceladas, los colores, los materiales, la
composición, la armonía, etc. pueden tratar de imitarse, si la imitación fuera
perfecta, no podrían certificarse las obras de arte originales. Sin embargo ese
detalle que delata la falsificación forma parte de ese noúmeno que está
reflejado en la totalidad de la obra y su expresión artística, no es sólo la
unidad de la obra de arte, sino su totalidad que delata al artista y su obra.
No hay imitación perfecta, ya que desde las copias griegas, estas han sido
descubiertas. Lo que no puede percibir el falsificador es el alma que puso el
artista al crear su obra de arte, y esta está reflejada en el objeto artístico.
El Reflejo Almático es parte del noúmeno reflejado en la totalidad de la
obra artística y es holístico. Este fenómeno siempre delatará al falsificador
porque es imposible de copiar. De ahí que ninguna copia pueda completar el valor
estético de la obra original por carecer de este componente esencial, fruto de
la creación y que delata a la falsificación. Solo se encuentra en la primera
obra de arte. La autenticidad se puede certificar cuando el investigador revela
holísticamente la existencia de este Reflejo
Almático en la totalidad de la obra original.
¿Y qué es lo que delata al falsificador? La
respuesta es simple. El falsificador tuvo formación como artista y pondrá su
alma en lo que hace, es como una huella digital, el iris del ojo, la firma, o
el mismo pensamiento, son inimitables a la perfección. Al dejar su alma, su
sello personal, este podrá ser encontrado por el investigador que intenta
revelar si se trata de un original o una copia. El hombre no puede renunciar a
su alma, por lo que siempre dejará huella en lo que hace, dejará su sello
personal. Eso es el reflejo de su alma. El fenómeno del Reflejo Almático que se
impresiona en su obra tanto del artista como del falsificador. Es decir el
falsificador dejará su Reflejo Almático en la copia o falsificación.
Copiar no está mal, lo que está mal es copiar
la obra y la firma del autor, y no negociarla como copia, lo cual sería legal,
sino negociarla como original, lo que es ilegal. La obra de arte refleja el
alma del artista, pero no tiene alma propia, por lo tanto es inofensiva. Se
imprimieron decenas de miles de copias de los “Niños Llorones” de Bruno Amadio,
y se vendieron como tales, como elementos decorativos para adornar las casas de
mucha gente. La imitación de la obra de arte en sí se puede hacer y es
inofensiva, no tiene ánima, ni vida, y no
puede ni beneficiar ni perjudicar ya que es inanimada, en lo que hay que tener
cuidado en verificar si tiene o no derecho de autor, y con el debido permiso se
puede hacer. Lo que no se debe hacer es mentir sobre su naturaleza de pretender
negociar una copia como original, entonces el mal no está en la copia, sino en
la persona que sostiene que la obra de arte que se negocia es auténtica y original.
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